Relatos latinoamericanos de miedo

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La niña que siempre tuvo miedo

Valentina tiene 8 años, y lo que contó para Zona Negra le ocurrió en mayo de 2.010, cuando aún tenía 7. En varias ocasiones nos relataron sucesos acontecidos en los baños escolares, pero quizá este sea uno de los más impresionantes, y el testimonio de la pequeña causó sensación en la emisión de agosto 2.011 en Radio Valle Viejo.

Con mucha soltura y gran desenvolvimiento, recordó que aquella vez había ido sola hasta el baño, y al salir escuchó que alguien lloraba en el mismo lugar donde ella había estado haciendo sus necesidades.

Cuando volvió a abrir la puerta de ese compartimiento, encontró a una chica desnuda, de piel muy blanca, con el pelo hacia adelante, tapándole la cara. Describió una chica con las características de la protagonista de la película “La llamada”.

Valentina se asustó mucho, porque sabía que, al entrar ella minutos antes, en el baño no había nadie más. Entonces salió corriendo hacia una de las aulas, cruzándose en el camino con otra pequeña a la cual le advirtió: “si vas al baño, no entres, porque hay una mujer desnuda”.

Luego la niña se lo comentó a su maestra, quien le preguntó si era verdad lo que estaba contando. Cuando le respondió que sí, y que era muy extraño porque la única ventana de los baños estaba en el techo (además de que existe una sola puerta), la docente decidió llamar al papá de Valentina, para que la retire de la escuela hasta tanto se esclareciera lo ocurrido. Nunca se aclaró nada.

El diablo en las minas

Otro hecho le pasó a mi bisabuelo, que trabajaba de minero, que una vez quiso quedarse con algo de oro que había encontrado y escondido por codicia, pero cuando volvió a buscarlo vio a muchos hombrecitos que estaban llevándoselo. En otra ocasión, cuando mi bisabuelo se había quedado hasta tarde en la minera, dice que se le apareció un viejito y mi bisabuelo le dijo:

-Eh… ¿quién es?
-hola, vengo a ayudarte a trabajar
-le contestó.
-pero si sos un viejito, qué vas a ayudar!
-dijo él

De pronto el viejito sacó una bandeja llena de oro y mi bisabuelo quedó paralizado, cuando el viejito comenzaba a transformarse gritándole “¿no era oro lo que querías, hijo de puta?!”

Mi abuelo le contó a mi papá que, cuando lo miró, tenía cuernos y la capa roja! Las piernas eran como las patas de fauno!

Un Duende que se esfuma

Tengo un tío que lo perseguía mucho un duende! Hasta que un día lo sacó de la cama y lo empezó a perseguir por todo el campo, pero con un chuchillo! Mi abuelita lo fue a buscar y lo trajo a la cama otra vez. Siguieron las apariciones, y como mi abuela no aguantaba más, trajeron botellas con agua. Bendita y las dejaron en la puerta de la entrada. Al otro día aparecieron tiradas, abiertas, rotas, las botellas! Entonces mi abuelo lo esperó (a la noche siguiente), ató un hilito a la puerta y vio cuando entró… El duende pisó el hilo haciendo ruido unas latas que pusieron, y entonces mi abuelo lo golpeó en la cabeza, con una palo, y lo dejó duro… pero cuando quiso levantarlo, el duende desapareció! Nunca más lo volvió a molestar a mi tío.

El rodeo de mar del plata (Valentín romero)

Una vez en Las Juntas con un amigo de mi primo, fuimos a llamar por teléfono en el ciber que había por ahí. Al ratito volvimos porque estaba cortada la línea, y en eso que pasamos el corral de las salvias vemos unas vacas alteradas. Yo por tirar nomás, agarro una piedra y la tiro sin siquiera apuntarle a la vaca. En ese momento veo en el suelo, a mis pies, un duende que se movía de costado, como si no quisiera que le viésemos la cara. De ahí con mi amigo corrimos casi hasta la casa que estaba muy lejos.

Otra vuelta en las vacaciones en Mar del Plata, mi abuela vio en la puerta de la habitación del hotel en el que estábamos, una sombra gris que apenas fue vista salió disparada hacía el pasillo. En eso mi abuela llama a mi viejo, que estaba durmiendo, y le pregunta si había visto algo, pero él no tenía ni idea. En la última noche que nos quedamos ahí, mi mamá se quedó viendo la tele hasta tarde y ya estaba dormitando cuando siente que alguien le saca el control de las manos y lo tira al piso, pero cuando mira hacia atrás no había nadie, y en ese momento ya todos estábamos durmiendo.

Extraño monje en choya

porfa no publiquen mi nombre, les quiero contar algo que me pasó hace más de 10 años, era diciembre y hacía un calor insoportable, como a las 10 de la noche, cuando estaba con mis padres en mi casa, cerca de la iglesia de Choya. Un amigo me invitó a caminar, salimos hacia la zona de la plaza de Choya, frente al ex-cementerio… y antes de llegar se cortó la luz.

Seguimos caminando, y de la parte del cementerio donde hay unas ruinas de nichos, salió caminando una figura humana, vestida con algo parecido a una túnica o sotana, con capucha en la cabeza, no se le veía la cara, pero avanzaba hacia nosotros balanceándose, no caminaba recto, pero se acercaba muy rápido. Yo casi me desmayo del miedo, sobre todo porque no le podía ver la cara, y le decía a mi amigo que corramos, pero él me decía que no, que le quería ver la cara.

Yo me fui corriendo hacia mi casa y mi amigo venía detrás de mi… era a una cuadra del cementerio, sacamos su moto y volvimos a buscar a esa especie de persona, y hasta eso volvió la luz, pero no aparecía por ningún lado… nos cansamos de buscar y nada… después, pensando, me di cuenta que con semejante calor nadie estaría vestido de esa forma, con túnica mangas largas, hasta los pies, y capucha… Hasta ahora me pregunto qué habrá sido. Nunca más me volvió a pasar algo así… gracias chicos. (Enviado por Roxana, que nos pidió preservar su identidad).

La curva de Rumi Punco

En el año 1982 Miguel Flores era un adolescente que vivía en Huacra, límite de Catamarca con Tucumán, y solía ir a Rumi Punco a ver televisión, porque en su casa no tenían, y le apasionaba ver “Viaje a lo inesperado”. De una curva que se conoce como “La curva de Michilo Caro”, se decía que siempre espantaban, y una noche Miguel iba caminando cuando, de pronto, fue encandilado por un auto, pero pudo ver a un hombre en una silla de ruedas algunos metros más adelante.

Como era un chico que tenía muchísimo miedo a causa de los comentarios sobre esa zona, Miguel empezó a apurar el paso para darle alcance y caminar acompañado, pero cuenta que en un momento dado, cuando la luz del auto dejó de iluminar, la silla de ruedas cruzó la ruta y se metió por un badén, desapareciendo tras un alambrado. Se asustó tanto que comenzó a correr, sintiendo que las piernas no le respondían, y que no avanzaba.

En su conversación, el hombre recuerda que en ese sector habían asustado a muchas personas, a veces por la aparición y desaparición inexplicable y repentina de un grupo de ovejas, o el ruido de cadenas que parecían golpear contra el pavimento, sin ser vistas.

Consultado sobre la posible existencia de personas que pudieran haber practicado la magia negra en el lugar, Miguel comenta sobre una familia que vivió en Rumi Punco hasta 1.976, y que luego se vinieron a vivir en Catamarca. Pero agrega que en el pueblo además “había brujas” que pasaban volando, riéndose. Incluso se atreve a dar un nombre: “de una señora de apellido Villagra se dijo que una vez la habían baleado con sal, cerca de Los Altos, donde había una familia Del Piero que tenía muchas plantaciones de maíz… y amaneció con esas heridas por sal, que no cicatrizan”.