La maestra de tercero revisaba la tarea,
y le tocó a la huesuda que llevara su cuaderno.
—¿Por qué no trajiste las sumas y tampoco las divisiones?
Tu cuaderno está vacío, y solo escribes canciones.
—Disculpe, maestra bonita, es que yo no le entendí,
las sumas son complicadas y yo no las aprendí.
—¡Tampoco las divisiones calavera perezosa!
Te voy poniendo cero por hacerte la graciosa.
Ese día la calaca no se lleva a ningún difunto,
la castigaron en el salón, por no entender el asunto.