El lobo envidioso que quería ser el Rey de la selva

En un bosque verde lleno de animales, el toro y el león eran los reyes de la selva. El toro era el rey de los animales que se nutrían de yerba. El león era el rey de los animales que se nutrían de carne. En ese tiempo reinaba el orden en la selva. Los dos reyes eran fuertes y justos y no dejaban contiendas ni disputas pendientes.

Todo iba bien en la selva, hasta el momento en que el lobo, que sentía enorme envida por el león, se conquistó al caballo para jugarles una mala pasada al toro y al león.

-Mire- le afirmó el lobo al caballo- usted es tan fuerte como el toro, y no obstante, ahí tiene al toro dándole órdenes. Usted podría ser el rey de los animales que comen yerba. Y yo con mi gran inteligencia, debo soportarme al león. ¿No le da la sensación de que esto no es justo?

Al comienzo el caballo no estuvo muy conforme, sin embargo el lobo consiguió persuadirlo y le explicó su plan. El tema estaba en poner a batallar al toro y al león. El caballo entonces decidió ir a confrontar con el toro; y el lobo se dedicó a buscar al león. Cuando lo halló le dijo:

-Vengo a prevenirlo mi señor. Afirman que el caballo y el toro planean quitarte el reinado.

-No, no puede ser

–esos son puros cuentos dijo riéndose el león- estoy seguro de la amistad que tengo con mi amigo el toro. Eso no es cierto.

EL león prosiguió su camino. Aun iba riéndose de lo que el lobo le había dicho. En seguida, vio al caballo y al toro conversando muy enigmáticamente en un claro del bosque.

-Bueno

–pensó el león-, sinceramente no tengo por qué preocuparme. Ellos son amigos y siempre y en toda circunstancia los he visto juntos. Mientras tanto, el caballo, siguiendo el plan que le había explicado el lobo, le afirmaba al toro:

-Me han contado que el león y el lobo piensan unirse para quitarlo a y así quedar ellos como reyes.

-No, no

–dijo riéndose el toro

–yo estoy seguro de la amistad que tengo con el león.

No obstante, el toro no dejó de sentir algo extraño cuando después vio al león en compañía del lobo.

De este modo fueron pasando los días; el lobo y el caballo no perdían la ocasión de inventar algún cuento que consiguiera poner nervioso al toro y al león. Al comienzo, los dos reyes se negaban a opinar lo que les afirmaban el lobo y el caballo. Después comenzaron a sospechar uno del otro. Había nacido intriga y la falta de confianza entre ellos. Después de la falta de confianza, vino de pronto la enemistad. Cuando los animales del bosque se dieron cuenta que los dos reyes estaban peleados, entonces comenzó el desorden.

Ya no pudieron ponerse de acuerdo aquellos dos jueces justos que por tantos años habían dirigido la selva. Ciertos animales fueron a parar a los corrales de los hombres. Otros debieron vivir para toda la vida huyendo entre la selva.

Y de esta manera, la división ocasionó tantos males, que aun el toro y el león no han terminado de arrepentirse, y se odian exactamente por haber desconfiado uno del otro.