En el puente de noviembre, la calaca vacasionaba
y en un autobús viejo la República visitaba.
El plan era conocer el patrimonio universal,
ciudades con pueblos mágicos y todo lo nacional.
La muerte en Aguascalientes llegó a celebrar,
con su camote dulce, ¡vamos a disfrutar!
De Baja California, vino con gran sabor,
y en Baja California Sur, bailó con gran fervor.
En Campeche probó su pan de muerto,
mientras en Chiapas bailaba con su esqueleto.
Chihuahua llevó quesos, ¡qué sabrosura!
y en Coahuila el mezcal fue la locura.
Las momias de Michoacán comenzaron a reír,
y en Morelos los tequesques no pararon de hervir.
Jalisco con su tequila gritó: “¡Salud, compadre!”,
y en Guerrero las iguanas se fueron a un baile.
El mole de Puebla dejó a todos felices,
las enchiladas potosinas fueron grandes delicias.
Nayarit y su marisco a la fiesta llegaron,
mientras Nuevo León y su carne asada brindaron.
Oaxaca con su mole, un banquete ideal,
Querétaro y sus vinos, ¡qué gusto, qué tal!
Quintana Roo en la playa, tomando el sol,
y San Luis Potosí alzó su jarabe al rol.
Sinaloa con su tambor, la fiesta armó,
Sonora con su música, ¡todos a bailar, por Dios!
Tabasco con su chocolate, dulce tentación,
y Tamaulipas con tacos, ¡una gran tradición!
Tlaxcala y su tlacoyo, ¡qué cosa tan rica!,
Veracruz con su salsa, ¡a bailar con la mística!
Yucatán con su poc chuc, fiesta de sabor,
y Zacatecas con su plata, ¡brillando en el amor!